Aprender a pensar para mejorar el rendimiento académico
15 octubre, 2024
Aunque puede ser un poco generalista, la frase “los alumnos no piensan” se escucha bastante en las escuelas secundarias y también en la educación superior. Y esto, debería hacernos reflexionar y cuestionarnos a qué se debe y qué podemos hacer para facilitar ese proceso de pensar.
La respuesta a estas cuestiones podemos encontrarla en dos conceptos a los que debemos prestar atención en el aprendizaje de nuestros hijos: habilidades académicas y habilidades intelectuales.
¿Qué son las habilidades académicas?
Las habilidades académicas consisten, en general, en propuestas de métodos de organización, administración o gestión de categorías de información creados para alcanzar un fin.
En lo referente a la lectura, por ejemplo, las habilidades académicas incluyen ser capaces de nombrar las letras del alfabeto, producir los sonidos que a éstas corresponden, y leer palabras en voz alta, incluyendo palabras desconocidas, guiándose para ello en la relación entre letras y sonidos.
En matemáticas, estas habilidades incluyen la capacidad de recitar las tablas de multiplicar, en sumar, restar, multiplicar o dividir cifras utilizando procedimientos paso a paso o algoritmos previamente aprendidos.
Las habilidades académicas pueden enseñarse, y se enseñan, directamente en el colegio, mediante métodos que implican demostración, recitación, memorización, y práctica repetida. Dichas habilidades se prestan a pruebas objetivas, en las que cada pregunta dispone de una respuesta correcta.
¿Qué son las habilidades intelectuales?
Las habilidades intelectuales, al contrario, tienen que ver con la forma de cada persona de razonar, crear hipótesis, explorar, comprender, y, en general, tener consciencia del mundo.
Cada niño es, por naturaleza, un ser intelectual, una persona curiosa y reflexiva, que está continuamente tratando de comprender su entorno físico y social. Todos los niños nacen con estas habilidades y las desarrollan aún más por ellos mismos, mediante la observación, exploración, juego y cuestionándolo todo. Cada niño debe desarrollarlas a su propia manera, a través de actividades emprendidas por ellos mismos.
¿Cómo podemos desarrollar la habilidad intelectual?
El desarrollo de las habilidades intelectuales en los niños de una manera óptima, requiere indispensablemente de la mediación de los adultos, pues las distintas acciones y operaciones que implican los procesos de enseñanza y aprendizaje deben estar sujetas a objetivos diseñados y organizados de manera racional, procurando atender las necesidades de desarrollo individuales. El entorno que rodea la educación de ese niño es fundamental.
Los niños que crecen en un ambiente donde estén presentes la literatura y la aritmética (como es por ejemplo un entorno donde se les lea, vean a otros leer, donde jueguen con números, en el que las cosas se midan y estas medidas tengan un significado, por muy simple que sea….), adquirirán por ellos mismos consciencia de los propósitos de la lectura y, el significado básico y los propósitos de los números, así como de la ciencia o la física.
Enseñar habilidades académicas a los niños que han desarrollado la motivación y la base intelectual necesaria ofrece excelentes resultados. Los niños que no tienen una razón para leer o no son conscientes del valor de la lectura, estarán poco motivados para adquirir las habilidades académicas asociadas con ésta, y tendrán un conocimiento reducido de dichas habilidades.
De forma similar, aquellos niños que no han adquirido un conocimiento de los números y del modo en que pueden serles de utilidad puede que aprendan los procedimientos para contar, sumar, etc., pero tendrán poco significado para ellos.
El aprendizaje de las habilidades académicas sin la base intelectual adecuada se puede quedar en algo superficial. Nuestros cerebros están diseñados para retener lo que entendemos y descartar aquello que carece de sentido.
Como padres, podemos contribuir al desarrollo de esa habilidad aprovechando el tiempo libre en ofrecer a nuestros hijos oportunidades lúdicas para experimentar y descubrir, que aprendan a hacer cosas nuevas, involucrarlos en alguna actividad cotidiana, realizar excursiones al campo, permitirles descubrir la naturaleza, incitarlos a cuestionarse las cosas… promoviendo su curiosidad en cada una de las actividades que emprenda. La motivación y el interés que generen en el niño será fundamental en su desarrollo.
Se ha comprobado que si a los alumnos se les brinda espacios con oportunidades para desarrollar sus habilidades intelectuales pueden lograr niveles óptimos de razonamiento en el que gradualmente puedan utilizar de manera creadora sus conocimientos, actitudes y valores.
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